domingo, 12 de julio de 2015

El legado de la Transición Española

España atraviesa uno de los periodos más importantes de su historia reciente. A la profunda crisis económica, que mina nuestro tejido productivo y social, hemos de añadir otra de caracter político e institucional, que ha afectado directamente a los pilares de nuestro sistema democrático. Asistimos pues a un profundo proceso de renovación similar al acontecido durante en el último cuarto del S XX, en la llamada Transición Española.

Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados
En este marco político, económico y social, han aparecido ciertos movimientos de caracter populista cuya utilidad a la comunidad es más que cuestionable. Entre sus pretensiones está cambiar nuestro sistema de convivencia constitucional -destruyéndolo- sin ser conscientes del importante sacrificio que supuso el instaurar la actual democracia.

No dudo de la necesidad de reformar ciertos elementos del sistema, pero “se trata, de saber realizar el cambio social con sinceridad, conjugando prudencia y audacia y eligiendo también el camino de la reforma responsable y gradual” (Adolfo Suárez González, 1976) Parece que está de moda decir que nada se hizo bien; que la Transición Española fue un fracaso. ¡Qué mala memoria! Al contrario, el principal fracaso de la sociedad actual no es otro que el abandonar en lo más recóndito de la memoria aquellos años en que el interés general de España era el fundamento de la acción política. Hoy, sin embargo, nos empeñamos en resucitar el fantasma de las dos españas, - siempre excluyentes y permanentemente enfrentadas-, mientras nuestros padres quisieron acabar con ese mito, luchando por una reconciliación definitiva.

Ya sea por ignorancia o mala fe, un sector de la política española reniega de aquel espíritu de consenso que fundamentó la Transición. Basan su discurso político en meras utopías, que adornadas con algún bramido, embaucan a la sociedad herida. Sin embargo, si arañamos tan sólo un poco, descubrimos la falsedad de sus palabras.

Ante esto, es necesario reivindicar el legado de la Transición Española. El consenso, la concordia y la responsabilidad han de guiar nuestros pasos si no queremos vernos avocados al más absoluto de los fracasos. Vivimos un tiempo fascinante en que la sociedad es parte activa de la política pero del ejercicio responsible de nuestros derechos democráticos depende directamente el futuro de España. No son exageradas mis palabras. La sociedad actual esta llamada a ser protagonista de una segunda transición que debe realizarse sobre los pilares de la primera. Hemos de seguir trabajando para construir un Estado de Derecho sustentado en la libertdad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político. Transparencia, participación, y honradez son otros elementos clave. En definitiva, trabajar unidos para engrandecer el la España Constitucional que hemos heredado.

Somos un pueblo que ha ido superando grandes problemas. La actual crisis, en todas sus facciones, es un ejemplo de ello. Pero debemos seguir aprendiendo “la gran lección de la concordia y la vonviencia en libertad y justicia” que nos legaron nuestros antepasados.


“Está el hoy abierto al mañana.
Mañana al infinito.
Hombres de España. Ni el pasado ha muerto,
Ni está el mañana ni el ayer escrito.”